viernes, 2 de octubre de 2009

¿Hacia el liderazgo generacional o la "fuga de cerebros" hacia los partidos?



Escribo esto en el contexto del levantamiento de la huelga de hambre en la OEA, recordando que mientras redacto estas líneas existe aún un grupo de estudiantes en Táchira que la continúan y que merecen todo nuestro apoyo.

En una sociedad tan personalista como la nuestra, ya comienzan a tomar un alto perfil ante la opinión pública los jóvenes huelguistas y me viene a la mente una inquietud que he tenido desde hace ya un tiempo y que emerge recurrentemente: la absorción de este liderazgo fresco por parte de los partidos políticos.

Hago un paréntesis en primer lugar para aclarar cualquier posible interpretación errada de estas palabras. Siempre he sido defensor del importante papel de los partidos políticos en una democracia. Esquivo además la cuestión de qué tan democráticos, genuinos o dueños de una visión más o menos acertada puedan ser actualmente los partidos políticos más importantes en Venezuela, ya que creo en un proceso de mejoramiento continuo de los mismos que necesariamente tenderá a un mejor estado de cosas. Creo también en la necesidad imperiosa de fortalecerlos y depurarlos. Sin embargo, también soy fiel creyente de que en las democracias modernas son cada vez más importantes y necesarias las organizaciones de la sociedad civil, desde think tanks hasta los llamados grupos de interés. Existen muchas formas válidas y complementarias de organización y de acción política en una democracia.

Retomando el tema, nos encontramos hoy de nuevo con una importante iniciativa, de alto impacto y efectividad, pues se avanzó enormemente en los objetivos planteados, como lo fue la masiva huelga de hambre por la liberación de Julio, la visita de la CIDH a Venezuela y sobretodo para generar sensibilidad hacia el tema de la criminalización de la política y del creciente número de presos políticos en nuestro país.

Saltan a la vista, por lo menos para un observador “de a pie”, algunas características de esta iniciativa. Principalmente y como parece ser costumbre no provino de los partidos políticos, ni tampoco de las estructuras de representación estudiantil de las más importantes casas de estudio (con honrosas excepciones). Parece haber sido un movimiento bastante espontáneo y contagioso iniciado y propagado esencialmente por “caras nuevas”. Parece a todas luces un liderazgo emergente y muy fresco, con una buena idea que coincidió con el momento más oportuno y logró sus objetivos.

¿Acaso una iniciativa tan contundente no puede provenir de las estructuras establecidas? Tal vez entre las razones estén la maraña de intereses, las rencillas internas y externas de los distintos factores o que las visiones “institucionales” le quitan dinamismo y frescura a estas organizaciones. Tal vez al entrar en un partido o en una FCU se pierde dinamismo y se heredan los mismos intereses y rencillas que traban hoy el status quo.

¿Qué sucedería si este liderazgo joven emergente se “domesticase” y fuera a engrosar las filas de los partidos políticos? Simplemente estaría condenado a aprender nuevos (o más bien viejos) esquemas mentales del cálculo electoral y de la competencia predadora que paralizan hoy a grandes sectores de la oposición y no permiten avanzar hacia la solución de la crisis.

¿Por qué el movimiento estudiantil, o más bien lo llamaría el movimiento joven, se ha convertido en un factor protagónico y dinamizador de la crisis política venezolana? Creo que por su falta de ataduras, su irreverencia, su desorden organizado, su espontaneidad y en particular su bajo grado de sujeción a la compleja estructura de intereses y rencores de los que adolecen todos los actores de la cotidianidad política actual.
Estoy convencido de que el movimiento joven tiene una gran oportunidad y responsabilidad para la reconstrucción de la democracia venezolana, de hecho está destinado a jugar un papel protagónico a la vanguardia de esta empresa, siempre y cuando se cumplan los siguientes objetivos:

 Conservar su carácter genuino, encabezar un movimiento de transformación generacional que rompa paradigmas acerca de cómo se debe hacer la política con “P” mayúscula.
 Garantizar una constante renovación de nuevos liderazgos internos, dejar las puertas abiertas para el surgimiento constante de nuevas caras.
 Consolidar estructuras para la acción masiva y concertada a lo largo y ancho del país.
 Lo más importante, generar contenido: Ya hemos tragado bombas lacrimógenas, graffiteado paredes, colgado muñecos, pasado hambre, cosido nuestras bocas, pero ahora llegó el momento en el que como generación debemos comenzar a plantearle soluciones y nuevos modelos al país, acerca de cómo debería solucionarse este embrollo y cómo llegaremos a la Venezuela de progreso y libertad que tanto anhelamos.
 Lograr alianzas y cooperaciones con los demás actores, pero sobretodo contagiar este espíritu de renovación generacional a las estructuras establecidas.

Sólo así nuestra generación entera, y no sólo algunas decenas de dirigentes y un puñado de militantes, podremos invadir a los partidos políticos o crear algunos nuevos, para lograr efectivamente la depuración y reconstrucción de esta necesaria capa de acción de la democracia venezolana.

Cualquier esfuerzo previo estará destinado a la domesticación de lo que hubiese sido un liderazgo fresco, innovador y transformador.

Imagen tomada de Tal Cual Digital, Weil: http://www.talcualdigital.com/weil/viewer.aspx?id=219