lunes, 18 de diciembre de 2017

Serie documental de la Guerra Fría (primeros 6 episodios)

Acá comparto con ustedes los primeros seis capítulos de esta serie documental sobre la Guerra Fría: la confrontación entre el comunismo global y el mundo libre durante más de 40 años. He ido traduciendo al español los subtítulos de esta serie y los iré publicando semanalmente en YouTube y cada seis capítulos por acá. Narrada por Kenneth Branagh, son en total 24 episodios que cubren desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín. Esta serie fue producida por CNN y fue televisada originalmente en 1998 con el nombre de Cold War. Todos los derechos pertenecen a CNN.

Creo que es imprescindible conocer este periodo de la historia porque configuró en gran medida el mundo en el que vivimos hoy: desde el resurgimiento del socialismo patrocinado por Cuba con dinero venezolano, hasta las aspiraciones expansionistas de Putin, pasando por supuesto por Corea del Norte, Cuba, los Podemos y Syrizas del mundo, el foro de Sao Paulo, los conflictos del Medio Oriente y el terrorismo islámico.

Pocas cosas pueden entenderse hoy en el mundo sin estar al tanto de los acontecimientos y dinámicas de la Guerra Fría que este documental nos trae con testimonios de primera mano de sus protagonistas: desde el primer soldado de la Alemania Oriental en saltar el Muro de Berlín, hasta entrevistas exclusivas con Gorbachov, Castro, Bush, Carter, Kissinger, ex diplomáticos, ex espías de la CIA y la KGB y un larguísimo etcétera.

Espero que disfruten de esta serie documental y que me ayuden a difundirla.

El enlace en IMDB:

Estos subtítulos en español están disponibles en formato SRT en:

Críticas:
Se recomienda leer el artículo de 1999 del Hoover Institution "The Cold War over CNN’s Cold War" de los historiadores Richard Pipes, Robert Conquest y John Lewis Gaddis sobre el valor y la precisión histórica de esta serie:

Capítulo 1: Camaradas (1917-1945)


Este primer episodio introduce la serie y resume las relaciones entre la Rusia estalinista y las potencias aliadas al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Acá podemos ver ya los primeros movimientos de Stalin para la dominación comunista global, al repartirse la Europa de posguerra con Churchill y Roosevelt-Truman, pero rehusarse a mantener los acuerdos de elecciones libres en los países “liberados” por los soviéticos. Algo que ya se veía venir luego del pacto entre Hitler y Stalin (para que luego nos digan que fascismo y comunismo son ideologías antagónicas) y que incluyó la invasión de Stalin a Polonia, en donde ejecutaría a unos 4.000 soldados polacos a sangre fría. Una muestra de lo que sería la norma en la actuación de los agentes comunistas en todo el mundo hasta la década de los 90s. Stalin vino a sustituir a los nazis en la Europa Oriental ocupada, situación que se mantendría por décadas y que sería la plataforma desde la cual se emprendería el proyecto de una revolución comunista mundial, una amenaza que acercaría varias veces al mundo al borde del apocalipsis nuclear.



Capítulo 2: Cortina de Hierro (1945-1947)


Este segundo capítulo, Cortina de Hierro (1945-1947), obtiene su nombre de un famoso discurso de Churchill, ya ex Primer Ministro de Gran Bretaña, durante una visita a los Estados Unidos. En su discurso advirtió al mundo sobre las aspiraciones imperiales del comunismo soviético para alcanzar la revolución socialista mundial, que apenas comenzaba a hacerse evidente en Europa. Después de la Segunda Guerra Mundial la Europa ocupada por los aliados se dividió en dos zonas: la controlada por los soviéticos y la controlada por EUA, GB y Francia. Si bien el acuerdo había sido reconstruir los países destruidos por la guerra y conformar en ellos gobiernos democráticos, la estrategia de los socialistas soviéticos fue saquear sus recursos e imponer gobiernos títeres dominados por Moscú.

Básicamente ahora el rojo era el nuevo marrón: en las zonas ocupadas por los comunistas estos reemplazaron a los nazis pero mantuvieron buena parte de las terribles prácticas totalitarias de su primo hermano ideológico. En los países ocupados solamente por los rusos, había asesinatos, desapariciones y represión sin pudor alguno. Una simple muestra fue la actitud para con los mismos rusos que habían sido prisioneros de guerra de los nazis. Estos, ya “liberados”, ahora eran sospechosos por haber echado un vistazo a occidente, podían estar contaminados, había que deshacerse de ellos… Allí donde los comunistas soviéticos compartían control con los aliados occidentales, su comportamiento era más discreto siguiendo el lema: “Debe parecer democrático, pero debemos tener todo en nuestras manos.”. Un lema que hoy, en pleno renacer del socialismo y de su aspiración de tomar el control en todas partes, nos debe sonar muy familiar…



Capítulo 3: Plan Marshall (1947-1952)


Este tercer capítulo, Plan Marshall (1947-1952), trata sobre la iniciativa estadounidense para la reconstrucción de la Europa destrozada por la Segunda Guerra Mundial. El nombre de este plan proviene del Secretario de Estado a quien se le encargó su ejecución, el héroe de guerra el General George Marshall. A quien ya había liberado Europa ahora le tocaba reconstruirla. Estados Unidos sabía que la inhumana miseria de la posguerra era el terreno más fértil para la propagación del comunismo en aquellos países europeos que todavía no estaban ocupados por las tropas soviéticas, por eso era prioritaria la reconstrucción europea. El problema era que Stalin también sabía que el socialismo no podría tener el mismo éxito en una Europa próspera y, por tanto, al principio dio largas a los aliados occidentales y, finalmente, se negó de plano y prohibió a los países del bloque socialista a aceptar las ayudas para la reconstrucción. Cosa curiosa porque justamente el argumento era que si aceptaban los dólares estadounidenses serían esclavos de Washington y tendrían que hacer lo que EUA les ordenara. Así, todos los países tras la Cortina de Hierro tuvieron que renunciar a participar del ambicioso plan para que reconstruyó Europa.

Los checos estuvieron a punto de aceptar, pero Stalin llamó a capítulo a Moscú a su Primer Ministro y a su Ministro de Relaciones Exteriores, incluso les dio un ultimátum de 4 horas para que abandonaran la invitación a la reunión que diseñaría el Plan Marshall. Checoslovaquia bajó obediente la cabeza y no participó en el Plan Marshall. Al volver a Praga, el Ministro de Exteriores checo dijo “Llegúe a Moscú como el Ministro de un Estado libre, pero volví como esclavo de Stalin”. Poco después, misteriosamente, moriría al "caer" desde la ventana de su apartamento cuando los comunistas finalmente tomaron todo el poder en Checoslovaquia.


A la par, la Italia liberada bajo el control de los aliados occidentales, tenía el segundo partido comunista más grande fuera de la URSS y sus primeras elecciones democráticas luego de la guerra. Los comunistas estuvieron a punto de tomar el poder por los votos, de no ser por una gran campaña de los ítalo-estadounidenses quienes escribieron millones de cartas a sus familiares en Italia instándoles a no votar por los comunistas. Esto, la campaña anti-comunista de la Iglesia Católica y la primera acción política encubierta de la CIA, que entregaba bolsas de dinero a los adversarios políticos de los comunistas, salvó a Italia. De lo contrario esta, y posiblemente también todo el Mediterráneo, hubiera caído bajo el dominio soviético en una época en la que ya Stalin ordenaba desde Moscú a sus franquicias, todos los partidos comunistas en el mundo, aspirar a la toma del poder en sus respectivos países.



Capítulo 4: Berlín (1948-1949)


Este cuarto capítulo, Berlín (1948-1949), cuenta cómo quedó dividida Alemania luego de la ocupación aliada. Pocos conocen que la ciudad de Berlín quedó ubicada completamente dentro de la Alemania Oriental ocupada por los soviéticos y que, a su vez, la propia ciudad estaba también dividida en un Sector Occidental, controlado por los Aliados Occidentales y otro Sector Oriental bajo dominación soviética. Berlín Occidental solo tenía comunicación con la lejana Alemania Occidental a través de una autopista, un ferrocarril y tres corredores aéreos. Todavía los comunistas estaban en la época de “todo debía parecer democrático” y la ciudad era gobernada por un único concejo en el que participaban Orientales y Occidentales y hasta había un Alcalde electo.

Pero cuando arreció la crisis económica, se eligió a un Alcalde pro-Occidente y para colmo los Aliados Occidentales introdujeron el Marco Occidental en la ciudad (cuyo dinero hasta entonces no valía nada, hasta el punto que muchos utilizaban los cigarrillos como moneda), la paciencia de Stalin llegó a su límite. A Stalin por supuesto le incomodaba tener a los Aliados Occidentales en medio de la Alemania Oriental socialista. Mucho más ahora con una moneda mucho más fuerte que la suya creando severas distorsiones en la economía comunista, por lo que intentó sacar a estadounidenses, franceses y británicos bloqueando todas las entradas terrestres a Berlín Occidental para asfixiar a la ciudad. También cortó la energía eléctrica, dejando a más de 2 millones de berlineses al borde de la subsistencia, ya que dependían de 12.000 toneladas de suministros diarios que ahora no podían pasar por tierra. Pero los Aliados Occidentales no renunciaron a la ciudad, sino que emprendieron el mayor puente aéreo de la historia para mantener viva a Berlín Occidental, transportando diariamente por aire, como mínimo, 2.000 toneladas de carbón, alimentos y otros insumos básicos.



Capítulo 5: Corea (1949-1953)


¿Por qué Corea del Sur es el hogar de Samsung, LG, Hyundai y Kia mientras que Corea del Norte tiene a un gordito siniestro obsesionado con bombas nucleares y una población esclavizada al borde de la inanición? ¿Por qué hace tan solo un par de semanas un soldado norcoreano arriesgó su vida al desertar al sur, sobreviviendo a los disparos, pero revelándose luego que su estado de salud pre-existente era todavía peor, incluyendo desnutrición crónica, parásitos intestinales de casi 30 cms, hepatitis B y tuberculosis? La respuesta es simple: socialismo en el norte y capitalismo en el sur.

En este quinto capítulo, Corea (1949-1953), veremos cómo en el frente del pacífico, al igual que en la Europa de la posguerra, los aliados también se repartieron la administración de los territorios ocupados. La península de Corea quedó dividida en norte y sur por el paralelo 38. El norte, bajo ocupación soviética, se convertiría en Corea del Norte bajo el liderazgo de Kim Il-sung (el abuelo de Kim Jong-un, el hoy Presidente de lo que terminó siendo la única especie de monarquía comunista hereditaria).

Kim Il-sung, luego de que la Revolución China de Mao Tse Tung envalentonara a Stalin, consiguió el permiso de este último para invadir Corea del Sur e intentar reunificar toda la península bajo el comunismo. Esto llevó a la conformación del primer ejército de la recién nacida ONU para rechazar la guerra de agresión contra Corea del Sur. Bajo el liderazgo estadounidense, el ejército de las Naciones Unidas se enfrentaría a nombre de todo el mundo contra Corea del Norte, China y la Unión Soviética. Cuando las tropas de la ONU lograron expulsar de Corea del Sur a los invasores comunistas y cruzar el paralelo 38 hacia Corea del Norte, Stalin presionó a Mao quien eventualmente ordenaría la invasión china de Corea del Norte. Medio millón de soldados chinos, para sorpresa de Occidente, ahora invadían Corea del Norte para hacer la guerra contra la ONU.

En la Guerra de Corea, los bombarderos estadounidenses lanzarían casi la misma cantidad de explosivos que sobre Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Años después, con medio millón de soldados chinos muertos así como otros 60 mil soldados de la alianza de la ONU, tres millones de coreanos muertos, heridos o desaparecidos y 5 millones de desplazados, se volvería a la frontera original entre las dos Coreas antes de la invasión y que perdura todavía hasta hoy, prácticamente con las mismas tensiones de hace más de 60 años. Al terminar la Guerra Fría Alemania fue reunificada, pero todavía esperamos la reunificación coreana. Esta, junto con las dictaduras de los Castro en Cuba y su todavía muy viva ambición de dominación ideológica regional gracias a los cada vez más escasos petrodólares venezolanos, siguen siendo hasta hoy las más obvias reminiscencias de la “ya extinta” Guerra Fría.

Para ver cómo se vive hoy día en Corea del Norte, recomiendo ver este reciente documental del canal español Antena 3. Una de las muy raras ocasiones en las últimas décadas que el gobierno comunista ha dejado entrar a periodistas en el país:



Capítulo 6: Rojos (1948-1953)


En este sexto capítulo, Rojos (1948-1953), se repasan las respuestas de cada bando frente a sus amenazas internas. En Estados Unidos imperó la histeria del macartismo, llamada así por el Senador Republicano Joseph McCarthy, quien intentó aislar a los simpatizantes del comunismo de posiciones influyentes en la cultura y el gobierno. De esta época se recuerdan especialmente las listas negras en Hollywood y las interminables audiencias ante el Congreso con el objeto de desmantelar redes de supuestos comunistas en los Estados Unidos. A pesar de motivarse estas condenables cacerías de brujas en el peligro real de una agresiva ideología totalitaria criminal con aspiraciones globales, financiada y dirigida por una potencia nuclear extranjera adversaria, hasta el día de hoy se considera esta época como una mancha en la democracia estadounidense.

En contraste, lo análogo en el bando soviético no consistió simplemente en un puñado de encarcelados y otros más “blacklisted”, sino en el despliegue sin pudor de todo el terror estalinista a lo largo y ancho de la URSS y los países satélites de Europa Oriental. Cientos de campos de concentración repartidos por toda la helada geografía rusa, los infames gulags, albergaron a millones de sospechosos de ser disidentes y a quienes osaban preguntar por algún desaparecido. Las cifras varían entre 1 y 6 millones de muertos en el archipiélago gulag. El culto a la personalidad de Stalin también se desató como herramienta totalitaria para mantener a la población siempre consciente de quién gobernaba sus destinos. Hasta las artes debían regirse por lo que se llamó el Realismo Socialista, cuyos lineamientos estéticos, por supuesto, los dictaba el Partido Comunista Soviético.

Tal vez la herramienta propagandística soviética más llamativa de esta época fueron los llamados juicios-espectáculos en Europa Oriental. En estos, literalmente eran sacrificados algunos dirigentes comunistas quienes eran torturados hasta que estuviesen listos para confesarse culpables de una traición que no habían cometido en juicios públicos televisados, solamente para mantener aleccionada a la audiencia. Si los campos de la muerte soviéticos y el resto de los inhumanos instrumentos totalitarios ya nos evocan a sus primos hermanos ideológicos, los nacional-socialistas alemanes o nazis, también lo hace el resurgimiento del antisemitismo en la Rusia comunista de Stalin. Especialmente una vez que su paranoia se volvió contra sus médicos personales, la mayoría de los cuales eran judíos, quienes fueron juzgados y encarcelados o muertos bajo tortura. Los judíos, como por desgracia se ha repetido tantas veces en la historia, eran los chivos expiatorios ideales, algo que se agravaba en esta ocasión por sus conexiones familiares y de amistad con otros judíos en Occidente. A los judíos rusos desde entonces se les prohibió acceder a la profesión médica y a otras profesiones en el “paraíso socialista” de la URSS. 



1 comentario:

  1. Gracias por su trabajo y tiempo, para tener acceso a tan interesante información que nos permitirán adquirir conciencia política.

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